Justin Bieber en España, impuntual y amenazador

Justin Bieber se ha presentado esta semana en España, en dos conciertos en Madrid y Barcelona, como parte de su gira Believe Tour. Como siempre la locura se ha desatado en las calles y en sus conciertos pero tanto él, como persona, como sus guardaespaldas dejan mucho que desear en amabilidad.

El jueves 14 de marzo Justin Bieber estuvo actuando en Madrid y el sábado 16 de marzo hizo lo mismo en Barcelona. La locura de los fans del cantante canadiense era la misma en ambas ciudades. La actuación de luz y color, perfomance y baile fue la misma en las dos ciudades. Pero su carácter y el de sus "gorilas" cambió radicalmente entre una ciudad y otra. Algo que ha provocado, una vez más, un aluvión de críticas hacia el cantante en particular y la organización de los conciertos.

Como habitualmente ha hecho en todos los conciertos, Justin Bieber descendió hasta el escenario cual ángel alado pintado por el pintor italiano renacentista Miguel Ángel. Fuegos artificiales, bailarines por doquier, un sinfín de piruetas y sus canciones más exitosas sonando a todo volúmen por los altavoces. Para seguir haciendo las delicias de sus fans, Bieber estuvo en varias ocasiones sin camiseta luciendo sus tatuajes. Pero su figura de dulce angelito se difumina hasta desaparecer y aparece el "niño malo" que tiene en su interior.

Desde enero el cantante no está teniendo un buen año, pero este mes de marzo está siendo el mes negro por excelencia del cantante canadiense. En el primero concierto en Londres, Bieber comenzó dos horas tarde, haciendo esperar a sus fans, porqué se encontraba jugando a los videojuegos. Algo que parece ser que no importó para nada a sus seguidoras. En su segundo concierto, tuvo que ser ingresado en un hospital por faltarle el aire mientras estaba actuando. Algo de lo que creemos muy poco ya que en la salida del centro hospitalario tuvo varias discusiones con los periodistas que se encontraban esperándolo. Así que muy enfermo no estaría. Luego canceló uno de sus conciertos en Portugal. Él dice que puso el cartel de "sold out", otros lo dudan.

En España ha vuelto a hacer de las suyas. Antes de su concierto en Madrid, en donde se retrasó 40 minutos en salir al escenario, Justin se comportó medianamente bien. Estuvo comprando en las tiendas de moda de la ciudad, según dicen estuvo jugando a baloncesto con unos desconocidos y disfrutando de una noche en la discoteca Kapital. En Barcelona ha sido todo lo contrario. Además de retrasarse 50 minutos en comenzar el concierto, en esta ciudad el cantante huye de los medios y no se deja fotografiar. Algo que no cayó nada bien entre la prensa que intentó sin éxito fotografiar al ídolo de adolescentes a su salida del hotel. Allí la seguridad privada del cantante se encargó de mantener las distancias a los paparazzis amenazándolos con agarrar las cámaras y rompérselas.

 

Parece ser que a Justin Bieber se le ha subido demasiado pronto el éxito a la cabeza, por mucho que intente hacer de niño bueno visitando a sus seguidores enfermos o algún que otro concierto solidario, la imágen de "chico malo" le está acompañando desde que comenzó el año e incluso antes. Hay que recordarle que este chico tiene el éxito que tiene por sus fans, a las que debe dar ejemplo y no lo hace. Hay que recordarle que salió de unos videos que su madre subió a Youtube y que de ahí se hizo famoso en todo el mundo, o sea, que este niño viene de la nada. Pero eso parece que se le ha olvidado y prefiere convertirse en el niño macarra que con sus nuevos amigos raperos hace fiestas en el que el alcohol y la marihuana es el menú de la fiesta. 

Las fans también podrían ayudar a que Bieber fuera por el buen camino y corrigieran todo aquello que está haciendo mal. Las consecuencias se pagan y tarde o temprano el niño mimado de la música Pop puede acabar en el olvido. Es cuando él mismo no podrá aguantar esta situación e intentará ser protagonista en alguna noticia, sea como sea. Lo hemos visto en otros artistas que ahora están en el olvido. Justin Bieber aún está a tiempo de recapacitar si no quiere convertirse en algo así.